Hoy, con Pablo, he ido a ver The Social Network. Buenísima. La película fluye rápida, alineal, caótica, cambiante, amorfa, impersonal, íntima, pública; como la red de la que habla; como la vida que, según parece, nos ha tocado vivir. Y buenísimo el final: el hombre que ha definido el marco en el que se conocen y se reconocen miles y miles de personas, allí, al final, solo y sin ningún amigo, mirando a la pantalla de su ordenador y refrescando y refrescando, una y otra vez, la imagen de su imposible felicidad.